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lunes, 10 de septiembre de 2012

LA DAMA DE LAS SERPIENTES (Capítulo quinto)

    "Aún tendrían que pasar unas cuantas lunas, hasta llegar a aquel atardecer, que todos recuerdan por la enorme tormenta que recorrió la isla, cargándolla de estallidos de luz violenta.

Los truenos sorprendieron a Potnia fuera de la cueva, mientras estaba recogiendo raíces de mandrágora, y tuvo que volver precipitadamente a su refugio. Pero al reparar en unas extrañas huellas a la entrada de la caverna, se dio cuenta de que alguien se le había metido dentro. Así pues, se armó con arco y flechas, y entró despacito en la cueva.

En la parte habitable de la gruta no había nadie, así que imaginó que el visitante había penetrado en la profunda galería. Miró al suelo, dándose cuenta de que en una de las estalagmitas alguien había atado una especie de cordel para no perderse, y que se introducía en la boca del túnel. Así que sólo tendría que seguir el hilo para encontrar al intruso, y decidió internarse en el corredor.

Después de avanzar sigilosamente durante un buen trozo, percibió a lo lejos la luz de una antorcha, y pudo ver la silueta de un guerrero, armado con espada y escudo, y con dos imponentes cuernos de toro a ambos lados de su casco. El guerrero estaba tan ocupado en su avance, que reparó en la proximidad de la chica, hasta que ésta le colocó la punta de una flecha en la nuca.
  - ¿Quién eres y a qué vienes? - lo interrogó la bruja.
El guerrero se quedó muy quieto. Sabía que con sólo un movimiento de brazo podría herir de muerte a su oponente, pero la voz de ella no le resultaba amenazadora.
  - Mi nombre es Minos, y vengo a matar a la bestia.- Respondió en guerrero.
  - ¿De qué bestia hablas? Llevo viviendo aquí mucho tiempo, y nunca había oído hablar de tal cosa.- Replicó ella desconfiada.
  - La profecía habla claro: cuando el toro mate a la bestia dormida, acabará el tiempo del sueño, para dar comienzo el tiempo del oro.
Potnia escuchó al guerrero mientras un escalofrío le surcaba la espalda, se parecía demasiado a su propia profecía.
  - ¡No! ¡Vete de aquí, en este lugar no hay ninguna bestia dormida!- Gritó Potnia, queriendo negar lo inevitable.
  - La profecía no miente, la bestia está dormida en el laberinto guardado por la hechicera.- Continuó Minos tratando de mantener la calma.

  - ¡Te dije que te largaras, esta es mi cueva, no puedes entrar en ella de esa manera!- Siguió protestando ella, con intención de apuntar de nuevo al guerrero con su arco.
Esta reacción acabó con la paciencia de Minos, y atrapó a Potnia contra una pared, apoyando la espada en su garganta.
  - ¡Qué estás ocultando, bruja miserable!.
En ese momento todo en la cueva empezó a rugir, y las paredes, que antes parecían fuertes y sólidas, empezaron a romperse, como si estuvieran recubiertas por una cáscara de piedra. Debajo de ésta, algo blando y orgánico se removía en forma de ondas. El guerrero no tardó en advertir lo que era.
  - ¡Estamos dentro de el vientre de la bestia, tenemos que huír de aquí!- Gritó.
Agarró a Potnia por un brazo y, siguiendo su hilo, corrienron hacia afuera. Cuando vislumbraron la salida, se dieron cuenta de que, lo que a ellos les parecían estalactitas y estalagmitas, en realidade eran los dientes del monstruo que se empezaban a cerrar. Salieron de la bestia cuando ésta cerró la boca, y Minos le iba a asestar un golpe mortal, cuando Potnia paralizó su espada"


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