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miércoles, 20 de octubre de 2010

Fabulando...

Ilustración: Ana Juan
Un hombre llega a una encrucijada:
  El  camino de la izquierda lo lleva a un paraíso, en el que cinco personas disfrutan plácidamente de la existencia, se les ve en armonía, satisfechos con lo que son y lo que tienen.
  El camino de la derecha lo lleva a un lugar gris y ruidoso en el que una multitud compite desordenamente entre sí, por el disfrute de ser mejor que los demás, el premio... sentirse superior... pero siempre hay alguien por encima, y la competición no termina nunca.
  Los habitantes del Paraíso se ven orgánicos pero precisos. Lo activo y lo pasivo, la destrucción y la creación, el ruido y el silencio, la sangre y la luz, giran en su interior con el ritmo lógico de las esferas.
  Los habitantes del mundo ruidoso son pobres en estructura y excesivos en apariencia. Se mueven a gritos, con energías que surgen de sus capas más externas, porque no tienen tiempo de poner en movimiento los verdaderos ejes maestros de su maquinaria. Y consiguen lo que quieren, pero una vez superada la sensación de triunfo, se quedan vacíos.

El viajero no se lo piensa dos veces y toma el camino de la derecha.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Metáforas...

Ilustración: Remedios Varo
El camino más breve para que un escritor llegue a mi núcleo, es la metáfora.
Me explico:
Cuando alguien expresa emociones de una manera tan clara que llega a ser simple, yo lo visualizo como una pared de cristal, y mi reacción más inmediata es levantar mi propia pantalla protectora, sus palabras no me penetran.
Cuando alguien expresa emociones con metáforas certeras, siento como si me las inyectasen directamente en el corazón, como si se las susurrasen a mi subconsciente, haciéndole cosquillas.
Así veo yo a la metáfora, como el estado más lúdico de la literatura, la palabra hecha instinto.