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sábado, 18 de junio de 2011

Representación musical de "O Conto dos Silencios"

Conservatorio de A Coruña (moitas gracias!)

miércoles, 16 de febrero de 2011

viernes, 7 de enero de 2011

La Leyenda de "La Dorada"

Se dice que si te introduces tierra adentro, atravesando montañas gastadas por la lluvia, navegando entre la niebla y las sombras, acabarás llegando a una tierra en la que los entes de la selva se han quedado a vivir, en la que todo es centenario. En este lugar el polvo se te impregna en la piel, y el barro te llena los pies de raíces, para que te alimentes de tu propio origen, absorviendo minerales igual que lo hacen las plantas.
También cuentan que al llegar enero, la luna llena brilla con tal furia que las gatas se abalanzan a los ojos de los perros, delirantes y suicidas, y los machos tienen el corazón más grande.
Los antiguos habitantes de esta tierra la llamaron "La Dorada", porque decían que en el interior de los ríos brillaban piedras de oro, y aún hoy mucha gente las busca en vano, porque, por lo visto, es una leyenda.

Sin embargo, en este lugar se generó una triste paradoja, ya que cualquiera pensaría que  "La Dorada" sólo podría engendrar sabios... nada más lejos.
Una raza de criaturas de pelo plateado creció en un medio salvaje, aislada de un mundo que, despectivo, prefirió cuidar de las tierras ricas. Conscientes de ese aislamiento, las criaturas desarrollaron un carácter orgulloso y desconfiado.
Unos pocos de ellos, enfermos de avaricia, decidieron aprovecharse de antiguos ideales y viejos complejos, en su propio provecho.
Su sistema básicamente consistía en esto: Pan a cambio de Poder.
Las criaturas que aceptaban el trato se aseguraban el sustento, pero debían vasallaje de por vida. Aún así lo hacían gustosas, pues pensaban que era el único modo de ganarse la vida, y además en cierto modo se identificaban con su Señor, pues era una costumbre heredada desde lo más antiguo.
Esto enfermó a la comunidad, porque los vasallos sabían que no habían hecho nada para ganarse su lugar, y sólo podían responder con violencia y cerrazón ante los que no aceptaban el vasallaje. Y pronto disfrazaron su falta de principios con vanidad, convencidos de que entrando en este sistema caciquil, se convertían en privilegiados.
Esa actitud generó la animadversión por parte de los que, voluntaria o involuntariamente, se quedaron fuera, y acabaron creando un grupo contrario al dominante. Parecían el grupo de la vuelta a la salud, a la razón, y a la justicia... pero de tanto perseguir al mal, acabaron contaminados, y en sus escasos momentos de poder, optaron por seguir los mismos métodos que tanto habían criticado, pisoteando las esperanzas de los que querían seguir creyendo en tiempos mejores.

Así, que en La Dorada, parece una tierra asfixiada en una organización social artificial, inmovilista e injusta. Antinatural en todos los sentidos.
Sin embargo, los entes silvestres que se han quedado a vivir, observan desde lo lejos, conscientes de que no se puede parar el tiempo, de que todo fluye, más o menos rápido, y que por muchos diques que le pongan a la evolución, esta acabará rompiéndolos con el simple peso de la realidad, que está por encima de cualquier sistema.