.

martes, 10 de septiembre de 2013

JUEGOS DE PERRO

Me senté a una absurda mesa de té, llena de licores espesos, polvos mágicos y densos vapores. Mi animal se agitó, llevaba bastante tiempo calmado, y me sentía mejor sin tener que escuchar sus bramidos impacientes e impulsivos, pero lo había dejado hibernando demasiado tiempo, y sabía que eso no era bueno.

Allí conocí al rey de los locos, un torbellino de colores turbios, que se movía tan veloz como el rayo, igual de electrificante e iracundo.Con su alborotada cabellera y su preciosa y enorme sonrisa de gato rallado, conquistó mi atención. cogió de la mesa todo aquello que podía embriagarlo, y lo devoró con ansia de depredador.
Al principio brillaba, de sus ojos saltaban chispas, le gustaba jugar tanto o más que a mí.
Sus palabras acelaradas y entrecortadas me aturdieron, pero quise saber más. Traté de buscar alguna estructura, algún patrón en aquel caos confuso. Creo que nunca lo encontré.

Atrapada por su enorme energía brutal e instintiva, no fui capaz de esperar, y me tumbé en el centro del laberinto para que me inyectase por primera vez su veneno, tóxico y adictivo. Eso destapó la caja de los truenos, quiso hacerlo sin parar, hasta dejarme exhausta.
Yo le gustaba mucho, con una pasión que llegaba a inundarme. El me gustaba mucho, de un modo silencioso, pero él no era bueno escuchando el silencio.

Al principio  me quería, un amor urgente, rabioso, e impaciente. Mi corazón alicatado se acorazó aún más ante su exceso de cariño exigente, el se dio cuenta y empezó a odiarme. Era un niño caprichoso y no soportaba tener que esperar por lo que deseaba.

Me subió a su pedestal de egomaníaco, pero yo no me sentía cómoda en esa torre narcisista. Así que me empujó para  tirarme al fango. Yo sabía que no me merecía ninguna de las dos cosas.

Los dos jugamos, nos divertimos igual que niños. Aunque yo no sabía lo peligroso que es jugar con un depredador. Los depredadores no siguen ninguna regla, sólo quieren ganar. No pueden resistirse al olor de la sangre, es su instinto. A pesar de todo, nunca faltó mucho cariño en este juego insano.

Sin embargo, contra todos sus pronósticos, hice un movimiento que el no se esperaba, yo solo quería acabar el juego, y que ambos quedásemos en tablas. El interpretó esto como un jaque, y respondió con un brutal jaque  mate, arañándome todo el cuerpo con sus zarpas. Mis heridas escupieron un grito de dolor que lo salpicó todo a mi alrededor.

Ahora me lamo las heridas, contenta de haber salido viva, de recuperar la sangre que es mía, y que poco a poco se irá limpiando de esa droga dura.
Y sigo explorando porque llevo toda la vida haciéndolo, todavía quedan islas de brillo en el medio del mundo.