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viernes, 8 de enero de 2021

PEOR QUE EL DESEO

No siempre puedo contener el deseo,

a veces me aborda de madrugada

y no tengo fuerzas para evitarlo.

Mi cabeza construye

lo que no hicimos

tu tacto y mi voz.


No puedo contenerme

y pierdo la calma para el resto del día.

No puedo contenerme 

y todo pierde brillo.

y de nuevo la niebla desdibuja las formas,

y mis ojos tienen visión de cataratas

y no puedo estar para los que me necesitan.


El hambre no se calla

y cada vez se concentra más

y de nuevo ese cuerpo de gran densidad 

acaba atrayendo mi luz hacia su centro,

desintegrando mis contornos.


El deseo es una criatura sedienta que intento callar,

pero siempre resucita.

Peor que la pena

es el deseo

Peor que el deseo

es la renuncia.




HABLAR SIN TI

 Hablar contigo cuando no estás es mala metadona.

Querer compartir con alguien que solo está en mi cabeza

no me calma.

La voz con la que te hablo se vuelve áspera

lo que te cuento va perdiendo interés

y tu figura se va deshaciendo

como una pintura de tiza en una pared rugosa.


Hablar contigo cuando no estás no me calma,

Estiro la masa de nuestras conversaciones

que se seca y se resquebraja


y me quedo inventándome tus respuestas

cada vez más espaciadas

cada vez más vagas

como la última vez que hablamos.


Y solo queda arena que raspa mi garganta

Por eso no hablo mucho últimamente

Por eso soy de pocas palabras.



martes, 5 de enero de 2021

EL PAÍS DE LOS CUATRO TIEMPOS

 CUARTA ESTACIÓN: BRUMARIO

La bilis negra16 se extendía fuera de las fronteras de Brumario, sus malos aires  provocaban fatiga y desánimo. Tampoco su vegetación oscura y retorcida invitaba a adentrarse en el territorio. El viento sonaba entre sus ramas provocando quejidos en la madera y lamentos en el aire, que lloraba con aterradores plañidos que parecían voces de ultratumba. 

Los campesinos en Brumario se dedicaban sobre todo al cultivo de la vid, ya que en la Torre Negra, el palacio de Drago el Sombrío, se celebraban disparatados festines a diario, y necesitaban cientos de arrobas de vino para saciar sus desmedidas ansias de embriaguez. 

Los habitantes de Brumario vivían atosigados por los abusos de su señor, y el miedo que éste les provocaba.  

Además de los excesivos tributos que le tenían que pagar, Drago había implantado los “Malos Usos”17, unas abusivas prestaciones que los siervos estaban obligados a realizar: el ius malectrantandi le daba derecho al señor a maltratar a sus vasallos, las Banalidades obligaban a los labriegos a usar el molino y el horno de Drago pagando una tasa, y el Privilegio de Corral, permitía al gobernante llevarse sus animales de corral sin ninguna explicación. 

 Para colmo, todo el dinero de los tributos iba a parar directamente a la corte, despreocupándose por completo de las necesidades del pueblo. La fortuna de Brumario se despilfarraba en los lujos y vicios de la corrompida nobleza, o en los costosos extravíos del propio Drago.  Obsesionado por acrecentar su fortuna, se aficionó a la alquimia, tratando de convertir el plomo en oro. Por eso su grotesca corte estaba apestada por alquimistas, nigromantes y brujas. 

Hasta la única buena cualidad de Drago, su amor por la música, se había infectado por su carácter desatinado. Se exacerbaba con los cantos gregorianos llegando al éxtasis, y, obsesionado con el órgano, había mandado construir decenas de ellos, adornándolos de oro y piedras preciosas. En sus desmedidas fiestas, se representaban obras teatrales y musicales, donde abundaban los costosos artificios y los autómatas, especialmente en forma de ave. 

Por culpa de estas costumbres corruptas y despilfarradoras de la nobleza, los campesinos de Brumario mostraban un aspecto demacrado, desolado o embrutecido. Beatriz sintió una profunda lástima por ellos, pero también le produjeron un cierto temor, ya que algunos de ellos la miraban con odio al verla tan saludable y despierta. Ella se dio cuenta de lo injusta que es la fortuna, y lo diferente que son las vidas de las personas según el lugar que les haya tocado nacer. 

 La torre negra se divisaba desde todos los puntos del territorio, y Beatriz avanzó por un tortuoso camino que le provocaba verdadero pavor, ya que una anciana, apiadándose de ella le había dicho que Brumario estaba plagada de las monstruosas criaturas del Bestiario18, deseándole toda la suerte del mundo. 

 Cruzando un puente, escuchó unos extraños cánticos, y al observar las cenagosas aguas del río, pudo divisar monstruosas sirenas con doble cola de pez, por lo que aceleró su ya apurado paso.  

Más adelante, oyó un inquietante sisear, y divisó a lo lejos un ser medio serpiente  y medio gallo. Beatriz se quedó paralizada deseando que el basilisco no la descubriese, pero cuando el animal la olfateó, corrió hacia ella dispuesto a destruirla con su letal mirada. Por suerte, la buena fortuna de la muchacha se manifestó de nuevo, cuando un gallo empezó a cantar en un corral cercano, provocando el inmediato exterminio del monstruo. 

Gratamente aliviada, Beatriz prosiguió su camino, pero este alivio duró poco, cuando a lo lejos empezó a percibir unos chillidos mezcla de ave rapaz y mujer furiosa. La chica miró al cielo y divisó a dos amenazantes seres con cabeza de mujer, cuerpo de águila y cola de serpiente, eran dos arpías ávidas de presa. Beatriz se echó a correr para resguardarse entre la maleza de un bosque. Su ansia por sobrevivir le hizo olvidarse de las zarzas y arbustos espinosos que le arañaban la piel, mientras las arpías la sobrevolaban tratando de atraparla con sus poderosas garras. Los monstruos, furiosos, empezaron a desgarrar el zarzal bajo el que la niña se ocultaba, mientras ésta era incapaz de seguir avanzando. Pero de pronto dos certeras flechas acabaron con la vida de las arpías.  

Beatriz escuchó el sonido de unos cascos acercándose, y al levantar la vista pudo ver un centauro armado con un arco, que la observaba y le hacía un gesto para que saliera de su escondite. La niña así lo hizo, y sin muchos miramientos, el centauro la subió a su grupa y echó a cabalgar hacia la torre. Beatriz se tuvo que agarrar fuerte a él para no caerse.

 La entrada de la torre negra estaba custodiada por dos espeluznantes grifos, que los dejaron pasar observándolos con fiereza. 

Una vez dentro, Beatriz fue conducida a un pequeño cuarto donde tenían encerrados a diez o doce niños más. Los pequeños lloraban, porque en Brumario se relataban historias terribles sobre chiquillos llevados a la Torre, que no regresaban jamás, y si alguno regresaba, contaba tales horrores que su juicio quedaba irremediablemente perdido. Beatriz tenía la sangre helada mientras esperaba lo que estuviera por venir. 

 Pronto apareció una inquietante dama, de rostro afilado y enfermo, vestida completamente de rojo, que los condujo a todos al salón de banquetes. Allí los nobles y sus perversos acompañantes se reunían en torno a una mesa poblada de ricas viandas. 

En el centro se sentaba el inconfundible Drago, cuyos rasgos malignos y dementes delataban su identidad.   

Cuando vieron llegar a los niños aplaudieron y bramaron con estrépito. Los hicieron subir a un escenario dorado, adornado con pesados cortinajes de terciopelo rojo y negro, que se descolgaban como jirones de carne. 

Ante una señal de Drago, se hizo el silencio, y éste ordenó con solemne afectación: 

-Ahora, mis pequeños ángeles, comenzad a cantar. 

Los niños se miraron unos a otros asustados, y se apresuraron a cantar el himno de Brumario, ya que todos sabían que era el preferido de Drago, porque lo había compuesto él. Beatriz se unió a ellos una vez comprendió la simple melodía y letra. 

El pérfido gobernante entró en una especie de trance al oírlos cantar, emocionado con sus blancas voces. Lo hacían vislumbrar toda la luz que a él le había faltado siempre, por eso era un mal artista. 

 Esta idea provocó en él una transformación, y todo este arrobamiento se fue transformando en odio. Odiaba la serena limpieza de esas criaturas aún no corrompidas, mientras él era incapaz de encontrar un minuto de paz en su pútrida mente enferma. 

Este odio se empezó a hacer patente en su rostro, que se fue transformando en una mueca atroz, al igual que sus miembros que empezaron a sufrir una abominable metamorfosis. 

El aspecto de Drago fue adquiriendo poco a poco las espantosas formas de una anfisbena, entre ominosos rugidos. Ese ser, semejante a un dragón, pero con otra cabeza de serpiente en la cola, observó amenazante a su infantil coro, dispuesto a saltar sobre ellos para darles caza. 

Todos los niños empezaron a llorar y a gritar, buscando un lugar por el que escapar. Menos Beatriz, que recordó las proféticas palabras del Hildegard “Para salvarse, la elegida deberá recitar las palabras del santo, y acompañarlas con el regio presente” 

Las palabras del santo se referían al himno que le había compuesto Guido d´Arezzo, y el regio presente era el laúd del Rey Alfonso. Sin perder un segundo sacó ambos obsequios y empezó a cantar y a tocar. 

La enorme belleza de la canción, unida al magnífico sonido del instrumento y a las capacidades musicales de Beatriz, dejaron embobados a todos los presentes, especialmente a la Bestia. La anfisbena se acercó lentamente hasta Beatriz, y se recostó dócilmente a sus pies, mostrando una inmensa paz a la que no estaba acostumbrada. 

Mientras cantaba, Beatriz recordó las otras palabras de Hildegard “Y cuando la Bestia se calme, cubrirá sus sienes con femenino remedio”. Presurosa, la niña sacó el ungüento que la Dama le había entregado, y untó las sienes del monstruo con él. 

La bestia quedó carbonizada al momento, convirtiéndose en una figura de ceniza, que se desintegró como papel quemado. Bajo estas cenizas apareció la forma humana de Drago, aunque mostraba una expresión mucho más calmada en su rostro melancólico.  

-¿Qué es este remedio que me has aplicado, niña, que me ha librado del mal que me ha aquejado toda mi vida?- preguntó el noble. 

-Es una masa de harina de espelta con bayas de hiedra, señor, obra de la Dama Hildegard, tendréis que aplicárosla todos los días si no queréis que regrese el mal- contestó Beatriz entregándole el saquito de cuero. 

Drago lo recogió como un tesoro, y luego se dirigió a su Corte. 

- No quiero ver un segundo más vuestros corrompidos rostros. Brumario va a necesitar nuevos gobernantes. 

Los perversos nobles de Brumario se apresuraron a abandonar el salón, y recogiendo sus pertenencias se dispersaron fuera de los límites de Cuatro Tiempos, porque allí no había lugar para ellos. 

Por otra parte, Beatriz, empezó a sentirse extraña, notó cómo su cuerpo se estaba transformando, y también sus vestiduras. Drago la observó y le dijo: 

- Cuando llegaste, estaba claro que eras un peón, pero ahora te veo distinta, pareces… una dama. 

Beatriz se fue a mirar a un espejo cercano, y realmente no observó ninguna transformación física, aparte de sus vestiduras, que eran de dama. Pero sí que se sintió más segura de sí misma, como si fuera capaz de mostrar libremente las cualidades que siempre habían estado presentes en ella, y que su condición social hacía que pasasen desapercibidas a ojos poco sensibles. 

Estaba contenta, había llevado a cabo la misión que le habían encomendado, y podía regresar a Pradial con la satisfacción que provoca un trabajo bien hecho. 

 

 EPÍLOGO 

En Pradial, el Rey Alfonso le concedió la oportunidad de dedicarse a lo que deseara, incluso podía ser instruida para formar parte del consejo de gobierno, a lo que Beatriz respondió. 

-Si bien es cierto, majestad, que me gustaría que me otorgaseis la posibilidad de formarme en aquellas disciplinas para las que me veo capacitada, mi mayor ilusión en este momento es debutar como miembro de la orquesta de Palacio, ya que los últimos eventos han retrasado ese tan ansiado acontecimiento. 

 El monarca asintió orgulloso. 

-Nada me hará más dichoso que concederos tan merecida merced.  

El día en que el rey Alfonso presentó a sus nuevos músicos de la Corte (Beatriz entre ellos), fue fiesta en todo el reino, porque en cierta medida se celebraba que en Cuatro Tiempos volvía a reinar la armonía.  El salón de festejos estaba abarrotado, y la familia de Beatriz fue emplazada en un palco de honor, que vitorearon ruidosamente cada una de las canciones interpretadas, sin que nadie se sintiese ofendido por la falta de protocolo. Les habían ofrecido irse a vivir a Palacio, pero ellos eran demasiado felices en su saludable parcela. 

Para Beatriz fue uno de los días más dichosos de su vida, y cuando acabó el concierto, sonrió satisfecha ante el prometedor futuro que la aguardaba. 

FIN 

                                                          

 16 La bilis negra se relaciona con el carácter abatido y depresivo. En este caso, la he asociado con la maldad, por cuestiones narrativas.                                                           

17 Los Malos usos señoriales son unas prestaciones a que estaban obligados los siervos encomendados a algún señor feudal, en la Corona de Castilla  y la  Corona de Aragón . Se consideraban abusivos y llegaron a provocar graves revueltas.              

 18 los Bestiarios eran un compendio de bestias que se hicieron muy populares durante la Edad Media en forma de volúmenes ilustrados.  Dentro de los bestiarios encontramos bestiarios reales de signo positivo, como las aves y leones, bestiarios de signo negativo como serpientes, monos,  etc y bestiarios fantásticos, dragones, arpías, sirenas, basiliscos, centauros, etc 


 

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