PRIMERA ESTACIÓN: PRADIAL
A
Beatriz le gustaba su tierra. Como cualquier niña o niño de 10
años, se sentía feliz en el campo, y en Pradial el verdor lo
ocupaba todo. Era un reino tan rico en pastos, que su prosperidad se
basaba en la ganadería. Rollizas reses doradas moteaban de ocre los
prados frescos, y sus ubres generosas producían leche y quesos, que
vendían a las otras tres regiones en las que estaba dividido el
territorio: Fructidor, Brumario y Nivoso. Los cuatro conformaban el
llamado País
de los Cuatro Tiempos1.
Pradial
destacaba por ser tan húmedo y cálido como la sangre2.
De hecho, había numerosos manantiales subterráneos de color rojizo
(tal vez por la abundancia de arcilla) que se parecían a un
intricado entramado de venas y capilares.
Este
reino disfrutaba de un buen gobernante, Alfonso, llamado el Sabio3.
Si bien es cierto que sus súbditos le debían un tributo en forma de
carne y lácteos, éste nunca resultaba abusivo, y se adaptaba a las
circunstancias,
El
terreno de Pradial estaba dividido en cuadrículas o parcelas, y cada
una de éstas pertenecía a una familia o clan familiar. En ellas
había extensos pastos para el ganado y bosques comunales. Los
poblados contaban con horno y molino de uso público y acostumbraban
a tejer sus propias ropas en telares domésticos.
El
rey Alfonso solía realizar un buen uso de los impuestos, haciendo
cumplir leyes justas con unas buenas Asambleas Judiciales,
manteniendo las infraestructuras en buen estado, y protegiendo a sus
campesinos del peligro de los caminos con los fieles vigilantes de
las Hermandades.
Pero
además era un rey atípico por una excelente cualidad, quería que
sus siervos fuesen personas instruidas, y para eso creó numerosas
academias en las que podían aprender a leer, escribir, recitar,
cantar y tocar algún instrumento.
En
efecto, casi todos los habitantes de Pradial sabían tocar algo, ya
fuese la trompa, rebec, cítara, zanfona, gaita, o, como en el caso
de Beatriz, el laúd. De hecho, Pradial era célebre por sus
Cantigas,
tanto las populares como las creadas en la Corte del Rey. Las había
de amor, religiosas, o las preferidas del pueblo: las de escarnio y
maldecir4.
Estos
conocimientos no eran obligatorios, no obstante, todos debían
aprender a jugar al ajedrez, ya que era muy necesario para sobrevivir
en Cuatro Tiempos.
Beatriz
vivía con su familia materna, y también con su madre, Elvira, una
aún lozana mujer de brillante melena, vivos ojos claros y respuesta
rápida. Tocaba muy bien el arpa, y entonaba con una voz intensa y
bien modulada. De hecho, por este motivo, muchas veces la habían
llamado al Palacio del Rey para amenizar fiestas y banquetes
cortesanos.
El
padre de Beatriz había muerto siendo ella muy pequeña, al menos eso
le habían dicho. Lo cierto es que la familia de la niña vivía en
una de las mejores parcelas del reino, y su ganado gordo y apacible
rara vez enfermaba. Sus terrenos estaban cruzados por un río claro
muy rico en pesca, y en la cercana academia daba clases el célebre
trovador Airas Nunes5
y el rabino Avenara el Grande,
gran maestro de ajedrez. Esta parcela había sido una concesión del
monarca a la familia de Beatriz, al poco tiempo de nacer la niña.
Beatriz
había heredado las cualidades físicas y musicales de su madre, si
bien tenía una voz menos intensa pero más profunda, y un aspecto
sano, aunque también delicado. A mayores, destacaba en las clases de
ajedrez, mostrando una gran capacidad para la estrategia y el juego
táctico.
Era
muy buena en ambas disciplinas, demasiado, por eso sus profesores
pensaron que tal vez debería trasladarse a Palacio, para mejorar su
instrucción, y pasar a formar parte de los músicos de la Corte.
Su
familia estuvo de acuerdo con esta decisión, les daba mucha pena que
Beatriz se fuese de casa, pero sabían que era una magnífica
oportunidad para una niña tan lista.
El
día de su partida, la madre entre lágrimas, pero mostrando una gran
entereza, le entregó un hatillo con sus humildes pertenencias y le
dijo:
-Beatriz,
ya has vivido 10 años con tu madre, ahora te toca ir a la morada de
tu señor. Es un hombre justo y te tratará bien. Te visitaremos
siempre que podamos, al igual que tú a nosotros.
Y
en el mes de mayo (aunque en Pradial siempre era mayo), Beatriz
partió hacia Palacio acompañada de sus dos maestros. El castillo
del Rey Alfonso se divisaba desde todos los puntos de la región,
como una mole serena y familiar, coronada de almenas.
Una
vez allí, la niña no decepcionó a nadie. Avanzaba en sus estudios
con rapidez porque mostraba un gran interés, y se llevaba bien con
los otros niños y niñas de la orquesta y el coro infantil. Aunque,
siempre que las clases se lo permitían, bajaba a los prados a
acariciar a las reses, o a las cuadras a hablar con los campesinos,
que la dejaban ordeñar sus vacas. En palacio nunca se opusieron a
esto, pues le parecían costumbres que mantenían intacto el brillo
natural de los ojos de Beatriz.
Pasados
unos meses, el Rey, al que le gustaba supervisar personalmente su
escuela de músicos, empezó a fijarse en la niña. A ella le daba la
impresión de que se conocían. En alguna ocasión se quedó para
oírla cantar y tocar el laúd, y al acabar, percibió en su mirada
como una chispa de satisfecho orgullo. También estuvo presente en
alguna de sus clases de ajedrez, pero en este caso se mostró más
serio, como si estuviera reflexionando algo, y al acabar la partida,
intercambió algunas palabras en sefardí con Avenara el Grande.
Beatriz no entendió lo que decía, pero sabía que hablaban de ella
por el modo en que la miraban. Desde ese día, Avenara puso especial
empeño en que la niña mejorase su juego, y ella también se esforzó
mucho para que así fuese.
Al
cabo de dos años Beatriz ya estaba lista para debutar en la orquesta
de Palacio.
Sin
embargo, cuando faltaba menos de un mes para tal acontecimiento, algo
muy grave empezó a suceder en Cuatro Tiempos.
Una
mañana se despertaron con la cabeza embotada, y respirando con
dificultad. El aire era muy denso y parecía que flotaba una neblina
gris que oscurecía el paisaje. El agua de los ríos también se veía
turbia, y algunos de los peces empezaron a flotar boca arriba,
emponzoñando un poco más esa agua insana. Estos signos de alarma se
acentuaron cuando un nervioso ganadero llegó a Palacio llevando un
cubo con un líquido tan negro como la brea, diciendo que así estaba
saliendo el agua de la fuente donde abrevaba su ganado.
Estaba
claro que ese era un problema grave, y el rey reunió a su Consejo.
Durante unos días, Beatriz vio ir y venir a numerosos cortesanos por
los pasillos de Palacio, con expresión muy preocupada, y sus
maestros se mostraban también distraídos e irascibles.
Al
cabo de una semana, una mañana muy temprano, una de las damas de la
corte llamó a la habitación de Beatriz y le pidió que se
presentase ante el Rey cuanto antes. Tal acontecimiento era tan
insólito que la niña se puso muy nerviosa. Se aseó y vistió con
rapidez, y acompañó a la dama hasta el salón del trono. Allí la
esperaban el monarca y su maestro Avenara sentados en torno a una
mesa con un mapa en el centro.
-Buenos
días Beatriz, haz el favor de tomar asiento – le dijo amablemente
su maestro, aunque su mirada expresaba preocupación.
La
chica hizo una tímida reverencia, se sentó dócilmente, y se les
quedó mirando sin atreverse a decir nada.
El
rey Alfonso, poco preocupado por formalismos, le expuso la situación.
-Para
que entiendas por qué te he hecho llamar, antes debo explicarte este
mapa que tenemos delante.
Ella
se inclinó para verlo mejor.
-Esto que aquí ves, es el mapa de todo Cuatro Tiempos. Como puedes observar, tiene forma cuadrada, y el Reino de Pradial, la tierra de la Primavera, se encuentra en el extremo inferior derecho - dijo señalándolo- Sobre nosotros se encuentra Fructidor, la región del verano, administrada por la Gran Dama Hildegard von Bingen. A nuestra izquierda está Nivoso, la tierra invernal, gobernada por el Abad Guido d´Arezzo… y por último, Brumario, en el noroeste, las tierras otoñales… tiranizadas por un temible noble, Drago el Sombrío, que vive en la Torre Negra. 6
Beatriz
asintió, había oído hablar de todas estas regiones, pero hasta ese
día las sentía como leyendas lejanas.
-Estos
cuatro territorios suelen convivir en paz, todos buscamos la armonía
en la medida de lo posible… menos Drago, aunque suele respetarnos
porque ama profundamente la música y admira la capacidad para
componer que tenemos tanto yo, como Hildegard y Guido.
Alfonso
hizo una pausa, preparando lo que venía a continuación.
-Pues
bien, Drago ha roto esta armonía. La bilis negra que lo domina, se
ha apoderado de él y sus dominios, y pretende extenderla a las otras
tres regiones. Algunas de las fuentes de Pradial ya han sido
contaminadas, y si no lo paramos, invadirá nuestras alegres tierras
llenándolas de caos y oscuridad. Por suerte, en Cuatro Tiempos
carecemos de soldados y armas, y en estos casos recurrimos a otro
tipo de talentos. ¿Qué es lo más parecido a una batalla que
conoces, Beatriz?
-¿Una
partida de ajedrez?- respondió la chica, tímidamente pero sin
tardanza.
El
rey miró satisfecho a Avenara, que asintió confirmando.
-Exacto
Beatriz, y en esta partida que Pradial tiene que jugar, necesitamos
varias piezas o trebejos, y me gustaría que tú fueras uno de ellos.
¿Te imaginas qué papel juegas en esta partida?- le preguntó de
nuevo el monarca.
-Supongo
que no puedo ser otra cosa que un peón, majestad.- respondió
humildemente la chica.
-Así
es- respondió Alfonso, y añadió con una expresión entre orgullosa
y apenada- sé que eres muy joven, pero muestras un talento asombroso
que puede suplir tu falta de experiencia. El rey señaló de nuevo el
mapa.
– Observa,
deberás partir a un largo viaje, a paso lento y prudente porque como
peón no puedes avanzar rápido, y tendrás tu propia misión:
primero deberás dirigirte a Fructidor, donde tendrás que ganarte el
favor de la Dama Hildegard, luego a Nivoso y recibir ayuda y consejo
del abad Guido. Has de tener cuidado ya en estos territorios, ya que
cada uno posee sus propios trebejos, y tú puedes resultar molesta, y
si es así, no dudarán en eliminarte.
Beatriz
se estremeció, y el rey, saltándose el protocolo la acarició en un
hombro.
-Sé
que es peligroso, pero no te haría llamar si no te creyese capaz de
superar estas pruebas… aunque ahora viene lo peor. Una vez recibida
la ayuda de la Dama y el Abad, deberás adentrarte en Brumario…
buscar la Torre Negra y tratar de derrotar a Drago. Lo bueno de esta
misión, es que si eres capaz de llegar a los lindes de Brumario,
promocionarás a Dama. Lo malo de la misión… bueno, ya sabes que
pasa en una partida de ajedrez cuando una pieza se expone demasiado.
A
Beatriz se le llenaron los ojos de lágrimas, hasta que el rey le
dijo.
-Beatriz,
no es necesario que te expongas, cuento con más trebejos en el
juego, aunque lo más probable es que no os encontréis. Cada uno
tiene sus propios movimientos. A ti te he escogido porque sabes ser
metódica, cauta y estratega. Así que no te arriesgues más de lo
imprescindible.
La
chica se sintió reconfortada por estas palabras. Había aprendido
mucho en esos dos años en Palacio, sabía resolver multitud de
problemas con velocidad, y era una muchacha
fuerte, tanto física como mentalmente. Un Rey como Alfonso no
buscaba carne de cañón, sino colaboradores eficaces. Así que
sonrió con determinación.
El
Rey se alegró al ver esta actitud, confiaba en ella, y aún tenía
que hacerle entrega de una merced. Sobre un soporte se podía ver un
bello laúd tallado. Alfonso lo cogió y se lo ofreció.
-El
mejor luthier del reino ha estado un año trabajando en él, está
adaptado a tus hechuras y estilo. Quiero que te lo lleves en esta
misión, te hará falta.
Beatriz
recogió el presente muy ilusionada, y empezó a tocarlo, sonaba como
ningún otro. A continuación, el monarca enrolló el mapa y también
se lo entregó.
-Te
será muy útil en este viaje- le dijo, e inesperadamente le dio un
fuerte abrazo y añadió- ve al cuarto de la derecha, alguien te
espera allí.
Beatriz,
algo aturdida, se despidió de su maestro Avenara y se dirigió a ese
lugar. Al abrir la puerta se le saltaron las lágrimas al ver a su
madre avanzando emocionada hacia ella.
-He
venido a despedirme- le dijo- no temas, eres muy fuerte, has salido a
mí, y muy inteligente como tu padre. Yo estaré bien porque sé de
lo que eres capaz.
Beatriz
asintió y replicó:
-Te
prometo que volveré sana y salva, pero tengo que hacer mi parte del
trabajo para que todos estemos bien.
Elvira
sacudió la cabeza afirmativamente y volvió a abrazarla.
1. Basado
en el Ajedrez
de las Cuatro Estaciones:
una variante del juego, descrita en el Libro
de los Juegos
de Alfonso X el Sabio. Consiste en un enfrentamiento entre cuatro
jugadores, representando cada uno una estación,
elemento y humor.
El verde
representa la primavera,
el aire y la sangre (Pradial). El rojo
representa el verano,
el fuego y la bilis amarilla (Fructidor). El negro
representa el otoño,
la tierra, y la bilis negra (Brumario). El blanco
representa el invierno,
el agua y la flema (Nivoso).
2 La teoría de los cuatro humores, fue una teoría acerca del cuerpo humano de la Antigüedad y la Edad Media. Esta teoría mantiene que el cuerpo humano está compuesto de cuatro sustancias básicas, llamadas humores (líquidos), cuyo equilibrio indica el estado de salud de la persona. La sangre era uno de éstos, se la relacionaba con el carácter valiente, esperanzado y amoroso.
3. Alfonso X de Castilla, llamado «el Sabio» fue rey de Castilla entre 1252 y 1284. Es reconocido por la obra literaria, científica, histórica y jurídica realizada por su escritorio real. Alfonso X patrocinó, supervisó y, a menudo, participó con su propia escritura en la composición de una enorme obra literaria en colaboración con un conjunto de intelectuales latinos, hebreos e islámicos conocido como Escuela de Traductores de Toledo. Elaboró de su pluma, las Cantigas de Santa María y otros versos. También patrocinó el Libro de los Juegos, uno de los documentos más importantes para la investigación de los juegos de mesa, incluido el ajedrez.
4. Las Cantigas de Santa María constituían el cancionero religioso medieval de la literatura galaico-portuguesa, pero en el cancionero profano destacaban las Cantigas de Amigo (canciones de amor narradas por una mujer), Cantigas de Amor (narradas por un hombre) y las de Escarnio y Maldecir (cantigas críticas y burlescas).
5. Airas Nunes fue un clérigo y trovador de la segunda mitad del siglo XIII, nacido en el Reino de Galicia,
6. Cada uno representaría a una pieza del ajedrez: Alfonso, el Rey; Hildegard, la Dama o Reina; Guido, el Alfil, y Drago, la Torre.
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